Roma, Abril
La noche antes de la boda
Hace poco el padre de la novia había fallecido luchando contra Aníbal, su madre había muerto cuando aún era pequeña. Su hermano mayor, convertido ahora en el pater familias, era el encargado de todos los preparativos junto con su hermana.
La noche era fresca, ella guardaba los últimos recuerdos de su infancia dentro de un arca, todos eran juguetes regalados por su padre. Vestía una túnica engalanada de púrpura, su hermano la acompañaba mientras dos esclavos esperaban para llevarse el arca llena de los recuerdos de su infancia y adolescencia.
Como parte de los preparativos para su cambio de vida, tenia que dejar atrás todo los recuerdos de su niñez. Se quita y entrega la pequeña bulla, aquella cápsula de metal que siempre llevaba colgada del cuello y que la había acompañado durante su infancia, donde sus padres habían puesto objetos que consideraban protectores de los niños, y la entrega a su hermano mayor.
Un momento de reflexión, de memoria. Sale de la estancia su hermano con la bulla envuelta en su mano, seguidos por los esclavos cargando el arca y tras de ellos, ella, con la mirada fija en el suelo.
Juntos ingresan al atrio, donde con ansias han esperado gran número de familiares y amigos.
En el pequeño altar de los dioses Penates, dioses de los hogares, se consagran juguetes y bulla, hacen especial reverencia a Juno, diosa del matrimonio para que cuide de ella en su nueva etapa de vida.
La joven se quita la túnica que lleva puesta y se pone la túnica recta, la túnica correcta, que era blanca, tiesa como un pergamino y que le cubría hasta los pies. Toma asiento y una mujer, amiga de la familia, que sólo se ha casado una vez, le ayuda a recogerse el cabello, envolviéndolo en una pequeña redecilla de color rojo. Una vez concluido todo esto, saluda a los presentes y se retira nuevamente a su habitación, ahora casi vacía, con pocos recuerdos.
Se acuesta pero su mente divaga, sabe que tiene suerte, muchas no conocen a su marido hasta el día de la boda, ella si lo había hecho, había podido conversar con él, conocerlo.
Por escuchar a algunas esclavas y leer a escondidas un poco de poesía, sabía lo que era el amor.
Sabía que cuando el estomago se encogía y se hacía difícil comer, y que luego esto se convertía en una felicidad absoluta, y esto de un lado a otro y más, era amor.
Ella lo sentía cada vez que lo veía, que él la visitaba. Temía del mismo modo que esto terminase rápido, que él ya no se interesara en ella, que ya no disfrutaran como lo hacían ahora.
Envuelta en sus pensamientos logra conciliar el sueño, un sueño leve, un sueño dulce.